domingo, 14 de septiembre de 2008

Visita del día 29/08/08. Villa de las Musas de Arellano.

Allá perdido de la mano de Dios, en un altozano rodeado por nada más que campos de cultivo y tierras de ganado, encontramos la ubicación de un nuevo...¿museo?; ¿exposición?; ¿yacimiento arqueológico?. Un poco de cada.
En la calva de un montículo insignificante ha resurgido la historia romana, para uso y disfrute de Navarra y cuantos quieran acercarse a hacerle una visita, que a día de hoy sale barata y un poquitín desangelada.

Lo cierto es que para los que, como yo, vayan en pleno verano, recomiendo se lleven en el maletero una neverita provista de bebidas bien frescas. No es broma. El lugar está protegido de la climatología por un edificio de plasticorro robusto, con lo cual a las 17 horas aquello se convierte un horno. En invierno no creo que uno se pueda quitar los guantes siquiera...
Para los que tengan dudas de cómo llegar desde Pamplona, nada más fácil que salir por Pío XII hacia la autovía que lleva a Logroño. Y aún más allá de la indicación de salida hacia Estella encontraremos todas las indicaciones rosa cultural necesarias para llegar al lugar en concreto.

La Villa de Arellano es una finca rural romana que desarrolló su actividad entre los siglos I y V. Por supuesto, que nadie se engañe: lo único que vamos a ver es una colección de pedruscos, más o menos lo que serían los cimientos y un poco de los muros de lo que fue esta edificación. Lo suficiente como para poder distinguir las diferentes estancias del lugar. Lo digo para evitarle un disgusto a quien no le interesen realmente este tipo de yacimientos.

Las primeras excavaciones se iniciaron hace un buen puñado de años, pero desenterrar, fotografiar, documentar y estudiar hallazgos como este implica mucha gente, muchas horas de trabajo y un presupuesto distribuido con cuentagotas. Pero por fin, en marzo de este año (2008), se abrió al público esta muestra no sólo de vestigios de una época lejana, sino del trabajo y esfuerzo humanos.

Según la documentación facilitada para la visita, la villa está conformada por una serie de construcciones que "en los primeros tiempos del Imperio se destinaron eminentemente a la producción agropecuaria. Con el transcurso de los siglos y siguiendo una corriente generalizada en el mundo romano, acabó convertida en lujosa residencia de campo de una familia de la aristocracia local”.

Los restos que se han dejado al descubierto hablan de por sí de un edificio amplio. Sin embargo, la totalidad de la villa es aún mucho mayor. De hecho, fuera del recinto cubierto encontraremos más restos; lo que no se sabe es si se tratará de localizar otras posibles construcciones cercanas.
En cualquier caso, en nuestro recorrido por las pasarelas habilitadas podremos recorrer el contorno y diferentes estancias del lugar, como por ejemplo la cella vinaria, o bodega, en la que aún se encontraron las basas de varias columnas, así como unas jarras enormes –dolias- en las que se almacenaba el vino. También podremos sentarnos en el peristilo, una especie de patio descubierto característico de las villas romanas.
Pasaremos muy cerca de los mosaicos descubiertos, y por lo menos yo me preguntaría cuántos locos hacen falta para construir semejantes puzzles de color. Algo que merece la pena ver con detenimiento, la verdad. Uno de los mosaicos que podemos ver se encontraba en el dormitorio de la casa.

Otra habitación con mosaico era el salón principal. En la parte curva se supone que se colocarían los triclinium, esa especie de divanes donde los romanos se reclinaban para comer.

El tercer mosaico, el que da nombre a la villa, se encuentra en una sala pequeña de perímetro octogonal. Llamado Mosaico de las Musas debido a su temática, se cree que, precisamente, la salita estaba destinada a sesiones de lectura o meditación. Fue el descubrimiento de este mosaico en concreto el que despertó la actividad alrededor del yacimiento. El mosaico fue trasladado al Museo Arqueológico Nacional; por tanto, el que vemos en Arellano es una reproducción del original expuesto en Madrid.
Para el que sienta curiosidad o afición por esta cultura y lo relacionado con ella, le recomiendo la visita: el folleto y plano que te dan con la entrada son bastante completos y a lo largo del recorrido encontraremos toda la información necesaria en paneles informativos llenos de documentación, reconstrucciones ilustradas del lugar e información adicional sobre los objetos a lo largo del recorrido. Un aliciente adicional es que también se permiten realizar fotos, lo cual se hace tan raro que al principio hasta cuesta ponerse manos a la obra.

Bueno, pues eso: que quizás no es una visita para todos los públicos, que además en los alrededores cercanos no hay más que campos agrícolas y encima sólo lo abren en fines de semana...Está un poco limitada la cosa, pero por lo que cobran (un euro), la verdad es que los medios son más que suficientes e incluso mejores de lo que cabría esperar.
Así que yo aprovecharía, aunque sólo sea por todo lo que culturalmente hemos heredado de los romanos (aunque aguar el vino no es que sea una de esas cosas que les agradezcamos).

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