
Lo cierto es que para los que, como yo, vayan en pleno verano, recomiendo se lleven en el maletero una neverita provista de bebidas bien frescas. No es broma. El lugar está protegido de la climatología por un edificio de plasticorro robusto, con lo cual a las 17 horas aquello se convierte un horno. En invierno no creo que uno se pueda quitar los guantes siquiera...

La Villa de Arellano es una finca rural romana que desarrolló su actividad entre los siglos I y V. Por supuesto, que nadie se engañe: lo único que vamos a ver es una colección de pedruscos, más o menos lo que serían los cimientos y un poco de los muros de lo que fue esta edificación. Lo suficiente como para poder distinguir las diferentes estancias del lugar. Lo digo para evitarle un disgusto a quien no le interesen realmente este tipo de yacimientos.
Las primeras excavaciones se iniciaron hace un buen puñado de años, pero desenterrar, fotografiar, documentar y estudiar hallazgos como este implica mucha gente, muchas horas de trabajo y un presupuesto distribuido con cuentagotas. Pero por fin, en marzo de este año (2008), se abrió al público esta muestra no sólo de vestigios de una época lejana, sino del trabajo y esfuerzo humanos.

Según la documentación facilitada para la visita, la villa está conformada por una serie de construcciones que "en los primeros tiempos del Imperio se destinaron eminentemente a la producción agropecuaria. Con el transcurso de los siglos y siguiendo una corriente generalizada en el mundo romano, acabó convertida en lujosa residencia de campo de una familia de la aristocracia local”.
Los restos que se han dejado al descubierto hablan de por sí de un edificio amplio. Sin embargo, la totalidad de la villa es aún mucho mayor. De hecho, fuera del recinto cubierto encontraremos más restos; lo que no se sabe es si se tratará de localizar otras posibles construcciones cercanas.
En cualquier caso, en nuestro recorrido por las pasarelas habilitadas podremos recorrer el contorno y diferentes estancias del lugar, como por ejemplo la cella vinaria, o bodega, en la que aún se encontraron las basas de varias columnas, así como unas jarras enormes –dolias- en las que se almacenaba el vino. También podremos sentarnos en el peristilo, una especie de patio descubierto característico de las villas romanas.

Otra habitación con mosaico era el salón principal. En la parte curva se supone que se colocarían los triclinium, esa especie de divanes donde los romanos se reclinaban para comer.
El tercer mosaico, el que da nombre a la villa, se encuentra en una sala pequeña de perímetro octogonal. Llamado Mosaico de las Musas debido a su temática, se cree que, precisamente, la salita estaba destinada a sesiones de lectura o meditación. Fue el descubrimiento de este mosaico en concreto el que despertó la actividad alrededor del yacimiento. El mosaico fue trasladado al Museo Arqueológico Nacional; por tanto, el que vemos en Arellano es una reproducción del original expuesto en Madrid.

Bueno, pues eso: que quizás no es una visita para todos los públicos, que además en los alrededores cercanos no hay más que campos agrícolas y encima sólo lo abren en fines de semana...Está un poco limitada la cosa, pero por lo que cobran (un euro), la verdad es que los medios son más que suficientes e incluso mejores de lo que cabría esperar.
